El Pensamiento de Buenaventura Luna

Eusebio de Jesús Dojorti, popularmente conocido como Buenaventura Luna, fue un destacado folklorista sanjuanino nacido en 1906 en Huaco y fallecido en 1955 en la ciudad de Buenos Aires. Pese a que éste es su perfil más conocido, su trayectoria pública tuvo muchas otras facetas: fue militante político, periodista, escritor costumbrista; creador, director y productor artístico de grupos de música nativa; libretista y animador de sus propios programas radiales; poeta, músico, letrista y recitador. En cada una de estas áreas puede rastrearse una rabiosa piedad política por el semejante, por el hombre y la mujer humildes del país argentino, por la Justicia Social. Este blog intentará dar cuenta de la originalidad y la riqueza que Dojorti/Luna desarrolló en su infatigable laborar en el ámbito de la Cultura Popular: una reflexión que puede enmarcarse dentro del Pensamiento Nacional pero también, y a la vez, un pensamiento propio. Un Pensamiento Dojortiano.

domingo, 3 de abril de 2011

Cultura e Identidad, por Buenaventura Luna

Por Carlos Semorile

 

Este escrito de Eusebio Dojorti que hoy publicamos bajo el título “Cultura e Identidad”, no necesita de más actualizaciones que la de trocar “jazz” por “pop”, o por “rap”, o por la expresión musical que se desee. El resto, mantiene tanto su hondura como su vigencia. Cuando desviamos la mirada hacia algún centro distante para buscar patrones culturales aprobados, previamente, aunque no lo sepamos, hemos renegado de lo propio. La tarea de recuperación espiritual, nos debe llevar a volver a creer en nosotros mismos.

 

  Al iniciar -por encargo de RCA Víctor Argentina- estos trabajos de recopilación y ordenación de los cantares, danzas, y danzas cantadas tradicionales de nuestro país, parécenos indispensable formular algunas advertencias y aún ciertas recomendaciones relativas a las grandes dificultades con que se tropieza en su estudio y a la mucha conveniencia de ahondar en el mismo, pese a todo. Los especializados en sociología duélense de la facilidad con que se entrometen en la vida argentina infinidad de expresiones espirituales foráneas y en absoluto extrañas a nuestra propia alma. Dicen ellos, y así es la verdad, que nuestro lenguaje está plagado de “cocolichismos”, anglicismos y otras palabras o giros de países diversos, que en nosotros vienen a quedar tan a lo postizo como el “jazz” y la música afrocubana en general. Compartimos aquel duelo, pero no incurriremos en la ingenuidad de querer afear las cosas de los “gringos”, que nuestra juventud aprende justamente porque en el orden moral el ocio es imposible. Queremos decir que si hemos asimilado lo extranjero, ha sido, no porque no lo hayamos comparado con lo nuestro diciendo que aquello es mejor, sino porque con anterioridad habíamos abandonado y aún olvidado nuestra propia manera tradicional de ser. No es lo mismo negarnos por haber mirado hacia fuera, que mirar hacia fuera como resultado de habernos, previamente, negado. El “jazz” y todo extranjerismo, con la consiguiente corrupción del idioma -que por otra parte corresponde a nuevos módulos y necesidades de vida- no prueba nada contra nuestra juventud, cuya natural energía que no puede quedar ociosa, se aplica al conocimiento, aprendizaje y culto de lo foráneo, no antes, sino después de que los padres han abandonado lo de los padres, lo de la casa y de la patria. Siendo ello así, de nada vale irritarse en procurar el desprestigio de la música, costumbres y palabras que viniendo de afuera se sustituyen a las nuestras, señoreando nuestra vida social y desdibujando cada vez más nuestra propia fisonomía social, al debilitar paralelamente, nuestra fe en nosotros mismos. Reprocharle a la juventud su preferencia por el fox o por la conga será estéril, si no atinamos, antes que nada, a mostrarle y poner a su alcance la superior belleza de nuestros propios aires tradicionales. Éste debe ser el principio de la gran tarea que nos reclama a los argentinos: la tarea de recuperarnos espiritualmente en medio del bullicioso desconcierto que caracteriza a este instante de la historia.